UN CUENTO INSPIRADOR ¿Dificultad u Oportunidad?

22.11.2014 12:17

21/11/14
UN CUENTO INSPIRADOR
¿Dificultad u Oportunidad?

 

"Storyteller”, by Leah Piken Kolidas



"Todo lo que a primera vista parece un contratiempo. puede ser un disfraz del bien. Y lo que parece bueno a primera vista puede ser realmente dañoso. Así, pues, será postura sabia que dejemos a Dios decidir lo que es buena suerte y mala y le agradezcamos que todas las cosas se conviertan en bien para los que le aman".

Anthony de Mello

 


En mi anterior post (puedes leerlo haciendo click aquí) vimos cómo muchísimas situaciones que en un principio nos parecen desafortunadas y problemáticas pueden convertirse en el inicio de un cambio importante y positivo en tu vida o en el motor para que desarrolles ésa habilidad que hasta este entonces estaba dormida en tu interior.
Así, también lo que llamamos "problemas" pueden ser en realidad "mensajes del Universo o de Dios" para que espabilemos en algún área vital, para que aprendamos algo útil y significativo. Ya habrás escuchado el refrán: "Dios escribe recto sobre líneas torcidas".
Por eso, todo lo que ocurre en tu día (un encuentro con x persona, una charla con tu jefe o tu padre, una caída, un resfriado...) es merecedor de agradecimiento, pues te está diciendo: "Escucha, atiende, presta atención, sé paciente, desarrolla la flexibilidad, descansa más, métete en la cama y deja de agobiarte o comienza a hacer eso que tanto te gusta o que te da vergüenza de una vez por todas". Y sólo nos queda decir "Gracias" a quién nos lo haya enviado, por muy negro que lo veamos en un principio.

Hoy te quiero presentar una historia. Escrita por el gran contador y escritor Jorge Bucay, curiosamente fue presentada hacia mí de una forma algo sorprendente. Este verano pasado descubrí el gran talento que tiene una buena amiga mía contando historias. Ella me relató el siguiente cuento, que a su vez fue contado por una enfermera de un Centro de Salud público de Madrid, al enterarse que mi amiga se había quedado sin trabajo y tratar de animarla. (Con ésto aprovecho para alabar el trabajo importantísimo que realizan a diario muchísimos profesionales de la Sanidad Pública en España).   Desde que la escuché, quise dedicarle un post, y luego tratando de acordarme del cuento, descubrí que fue creado por Bucay. Aquí va, esperando que os inspire:


 

EL PORTERO DEL PROSTÍBULO, Jorge Bucay


No habí­a en el pueblo un oficio peor conceptuado y peor pagado que el de portero del prostí­bulo. Pero ¿qué otra cosa podría hacer aquel hombre?

De hecho, nunca había aprendido a leer ni a escribir, no tenía ninguna otra actividad ni oficio. En realidad, era su puesto porque su padres había sido portero de ese prostíbulo y también antes, el padre de su padre. Durante decadas, el prostíbulo se pasaba de padres a hijos y la porterí­a se pasaba de padres a hijos.

Un diía, el viejo propietario murió y se hizo cargo del prostíbulo un joven con inquietudes, creativo y emprendedor. El joven decidió modernizar el negocio. Modificó las habitaciones y después citó al personal para darle nuevas instrucciones. Al portero, le dijo:

- A partir de hoy usted, además de estar en la puerta, me va a preparar una planilla semanal. Allí anotará usted la cantidad de parejas que entran día por diía. A una de cada cinco, le preguntará cómo fueron atendidas y qué corregirían del lugar. Y una vez por semana, me presentará esa planilla con los comentarios que usted crea convenientes.

- El hombre tembló, nunca le había faltado disposición al trabajo pero...

- Me encantaría satisfacerlo, señor, balbuceo, pero yo... yo no se leer ni escribir.

- ¡AAh! ¡Cuánto lo siento! Como usted comprenderá, yo no puedo pagar a otra persona para que haga esto y tampoco puedo esperar hasta que usted aprenda a escribir, por lo tanto...

- Pero señor, usted no me puede despedir, yo trabajé en ésto toda mi vida, también mi padre y mi abuelo...

No lo dejó terminar.

- Mire, yo comprendo, pero no puedo hacer nada por usted. Lógicamente le vamos a dar una indemnización, ésto es, una cantidad de dinero para que tenga hasta que encuentre otra cosa. Así que, lo siento. Que tenga suerte.

Y sin más, se dió la vuelta y se fue.

El hombre sintió que el mundo se derrumbaba. Nunca habí­a pensado que podría llegar a encontrarse en esa situación. Llego a su­ casa, por primera vez desocupado. ¿Qué hacer?

Recordó que a veces en el prostíbulo, cuando se rompía una cama o se arruinaba una pata de un ropero, él, con un martillo y clavos se las ingeniaba para hacer un arreglo sencillo y provisorio. Pensó que ésta podrí­a ser una ocupación transitoria hasta que alguien le ofreciera un empleo. Buscó por toda la casa las herramientas que necesitaba, sólo tenía unos clavos oxidados y una tenaza mellada. Tení­a que comprar una caja de herramientas completa. Para eso usaría una parte del dinero recibido.

En la esquina de su casa se enteró de que en su pueblo no había una ferretería, y que debía viajar dos días en mula para ir al pueblo más cercano a realizar la compra. ¿Qué mas da? pensó, y emprendió la marcha.

A su regreso, traía una hermosa y completa caja de herramientas. No había terminado de quitarse las botas cuando llamaron a la puerta de su casa. Era su vecino.

- Vengo a preguntarle si no tiene un martillo para prestarme.

- Mire, sí, lo acabo de comprar pero lo necesito para trabajar... como me quedé sin empleo...

- Bueno, pero yo se lo devolvería mañana bien temprano.

- Está bien.

A la mañana siguiente, como había prometido, el vecino tocó la puerta.

- Mire, yo todavía necesito el martillo. ¿Por qué no me lo vende?

- No, yo lo necesito para trabajar y además, la ferretería está a dos días de mula. Hagamos un trato, dijo el vecino. Yo le pagaré a usted los dos días de ida y los dos de vuelta, más el precio del martillo, como usted está sin trabajar. ¿Qué le parece?

Realmente, ésto le daba un trabajo por cuatro días... Aceptó. Volvió a montar su mula.

Al regreso, otro vecino lo esperaba en la puerta de su casa.

- Hola, vecino. ¿Usted le vendió un martillo a nuestro amigo?

- Si­..

- Yo necesito unas herramientas, estoy dispuesto a pagarle sus cuatros días de viaje, y una pequeña ganancia por cada herramienta. Usted sabe, no todos podemos disponer de cuatro días para nuestras compras.

El ex-portero abrió su caja de herramientas y su vecino eligió una pinza, un destornillador, un martillo y un cincel. Le pagó y se fue.

"No todos disponemos de cuatro días para compras", recordaba... Si ésto era cierto, mucha gente podrí­a necesitar que él viajara a traer herramientas.

En el siguiente viaje decidió que arriesgarí­a un poco del dinero de la indemnización, trayendo más herramientas que las que había vendido. De paso, podría ahorrar algún tiempo de viajes. La voz empezó a correrse por el barrio y muchos quisieron evitarse el viaje. Una vez por semana, el ahora corredor de herramientas viajaba y compraba lo que necesitaban sus clientes. Pronto entendió que si pudiera encontrar un lugar donde almacenar las herramientas, podría ahorrar más viajes y ganar más dinero. Alquiló un galpón. Luego le hizo una entrada más cómoda y algunas semanas después con una vidriera, el galpón se transformó en la primera ferreterí­a del pueblo. Todos estaban contentos y compraban en su negocio. Ya no viajaba, de la ferreteriía del pueblo vecino le enviaban sus pedidos. Él era un buen cliente.

Con el tiempo, todos los compradores de pueblos pequeños más lejanos preferían comprar en su ferretería y ganar dos días de marcha. Un día se le ocurrió que su amigo, el tornero, podría fabricar para él, las cabezas de los martillos. Y luego, ¿por que no? las tenazas... y las pinzas... y los cinceles. Y luego fueron los clavos y los tornillos.....

Sucedió que en diez años aquel hombre se transformó con honestidad y trabajo en un millonario fabricante de herramientas.

El empresario más poderoso de la región. Tan poderoso era, que un año para la fecha de comienzo de las clases, decidió donar a su pueblo una escuela. Allí­ se enseñaría además de lectoescritura, las artes y los oficios más prácticos de la época. El intendente y el alcalde organizaron una gran fiesta de inauguración de la escuela y una importante cena de agasajo para su fundador. A los postres, el alcalde le entregó las llaves de la ciudad y el intendente lo abrazó y le dijo:

- Es con gran orgullo y gratitud que le pedimos nos conceda el honor de poner su firma en la primera hoja del libro de actas de la nueva escuela.

- El honor seri­a para mi, dijo el hombre. Creo que nada me gustaria mas que firmar allí, pero yo no sé leer ni escribir.Yo soy analfabeto.

- ¿Usted?, dijo el intendente, que no alcanzaba a creerlo. ¿Usted no sabe leer ni escribir?, ¿usted construyó un imperio industrial sin saber leer ni escribir? Estoy asombrado; Me pregunto qué hubiera hecho si hubiera sabido leer y escribir...

- Yo se lo puedo contestar, respondió el hombre con calma. Si yo hubiera sabido leer y escribir... ¡sería portero del prostibulo!.



 ¿Asombroso, verdad? Pero realmente cierto. Sé que hay muchas personas que, como el protagonista de esta historia, se han visto despedidas de sus trabajos y ahora no saben qué hacer. Muchas veces (apuesto a que en la mayor parte de los casos) no nos hemos preguntado nunca qué es eso que nos gusta hacer y que se nos dá bien. Normalmente, no tiene que ver con contenidos específicos, sino con habilidades o competencias que hemos desarrollado desde niños (hablar en público, escribir, buscar información, dibujar, decorar tu casa, escuchar a los demás...). Aunque anteriormente ya hemos reflexionado acerca de ésto (puedes leer aquí y también aquí), hoy quería centrarme especialmente en las personas que están en casa y no saben con qué intención levantarse cada mañana porque no tienen trabajo. También en aquéllos quienes temen perder su empleo o ser despedidos. Si éste es tu caso o tienes cerca a alguien que está sufriendo por estas razones, te animo a que primero leas el cuento y a continuación te plantees y anotes cuidadosamente (en una libreta o en el ordenador) la respuesta a las siguientes preguntas:

 

 

¿Qué cosas se me dan bien o en qué soy bueno?
¿En qué emplearía la mayor parte del tiempo sin cansarme?
¿Qué cosas hago que me aportan energía?

¿Qué problema social me gustaría solucionar o mejorar?
¿Qué habilidades tengo ya que me pueden ser útiles para solucionarlo?
¿Cómo puedo adquirir o mejorar otras habilidades que me pueden ayudar para solucionarlo?
¿Hay alguien que me pueda y quiera ayudarme? ¿Quién?

¿Qué necesito para comenzar?
¿De qué forma puedo empezar ya, hoy, ahora mismo?

¿De qué forma ésto me hará más grande y más rico como persona?
¿Cómo afectaría ésto en mí, en mi familia, en mis relaciones y en el resto del Mundo?



FELIZ OTOÑO
2014




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"Yoga Pose and Frog Prince", by Marylu Downing

 

 

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